"Desde ese día no dejé de soñar con reencontrarme. Le supliqué a Madeleine que me inscribiera en la escuela cuando me enteré que tú también ibas, esperé mucho tiempo, dos años al menos, pero en tu lugar me encontré con Joe. Joe y su coro de burlones. Mi primer día de escuela tuve la mala fortuna de preguntar si alguien conocía a "una pequeña cantante sublime que anda tropezándose por todas partes". Lo mismo sería decir que con eso firmé mi sentencia de muerte. Joe no soportaba la idea de que ya no estuvieras a su lado, y cristalizaba toda su frustración en mí. Percibía cómo vibraba por ti, y eso reduplicaba sus celos. Cada mañana, franqueaba el portal de la escuela con una bola de angustia que ya no abandonaba mi estómago durante el resto del día. Padecí ataques durante tres años escolares. Hasta aquel día en que decidió arrancarme la camisa para dejarme con el torso desnudo delante de toda la escuela. Quiso abrir mi reloj para humillarme aún un poco más, pero, por primera vez, me resistí. Nos peleamos y la cosa terminó mal, muy mal, como ya sabes.
Dejé entonces Edimburgo en plena noche, dirección a Andalucía. Crucé media Europa para encontrarte. No fue fácil. Extrañaba a Madeleine, Arthur, Anna y Luna, y aún les extraño, de hecho... Pero quería volver a verte, era mi mayor sueño. Sé que Joe ha vuelto para quitármelo. Hará todo lo que pueda para apartarte de mí. Ya ha empezado, ¿acaso no lo ves?".
("La mecánica del corazón", Mathias Malzieu)
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