miércoles, 19 de septiembre de 2012

(CARTA Nº 1); EL PODER DE LA AUTENTICIDAD


                (Estrecho del Bósforo, Estambul (Turquía), separa Europa de Asia)

"El regalo más importante que podemos hacernos a nosotros mismos es el compromiso de vivir nuestra auténtica vida. Ser sinceros con nosotros mismos, no obstante, no es una tarea fácil. Debemos romper con aquello con lo que la sociedad intenta seducirnos y vivir la vida según nuestros principios, con nuestros propios valores y en consonancia con nuestros sueños primigenios. Debemos despertar a ese yo oculto; explorar los anhelos más profundos, más invisibles, las habilidades y debilidades que nos hacen ser quienes somos. Debemos entender dónde hemos estado y adónde vamos. Cada decisión que tomemos, cada paso que demos, debe estar investido de ese compromiso de vivir la vida siendo sinceros y coherentes con nuestro yo auténtico y solo con ese yo. Y, a medida que avancemos, tendremos la certeza de experimentar una fortuna que irá más allá de cualquier riqueza jamás imaginada".

("Las cartas secretas del monje que vendió su Ferrari"; Robin Sharma)

viernes, 7 de septiembre de 2012

CONTRA LA EDUCACIÓN (PARA QUE APRENDAS)

"(...) Mírate a los ojos. Y contéstate. Hace cuánto que no aprendes. Pero aprender de verdad. No conocer. Ni informarte, ni leer ni memorizar, ni siquiera estudiar. Aprender, con A de boca abierta. Aprender, con A de un Antes y un después. Debería darnos vergüenza. Jamás en la historia ha habido una civilización con tantas posibilidades de acceso a todo tipo de información. Y paradójicamente, jamás ha estado tan poco formada.
Hablo de formación, sí. Construir criterio. Muscular inquietudes.
(...) A casi nadie le preocupa ya seguir aprendiendo. Parece que, cuando todo está al alcance, sufrimos de la peor de las procrastinaciones, que es la de las ideas propias. Da la sensación de que a medida que Wikipeida crece, la cultural individual se va al carajo. Supongo que es lógico, ya que nuestra educación, durante años, ha consistido en no hacer jamás preguntas en clase, limitarse a almacenar uno apuntes en memoria RAM, vomitarlos calcaditos el día del examen, y olvidarlos en cuanto apruebes. Ésta es la realidad educativa de este país. Lo sé porque la he disfrutado como alumno. Lo sé porque la sigo sufriendo como profesor. Algo pasa cuando nos creemos que la inquietud es una cosa que se cura con fármacos. Algo ocurre cuando hemos sustituido libros por canales, capítulos por programas, páginas por episodios, tapa dura por plasma o LCD.


Es verdad, también existen los masters, postgrados, cursos, cursillos y seminarios. ¿De cuáles quieres que hablemos primero? De los que vas porque te los paga la empresa, de los que vas sólo para conocer a gente, de los que te apuntas para colgarte del título, o de los que vas porque algo hay que hacer.
Al final, como últimos reductos de aprendizaje, siguen los de siempre, el error, el fracaso, la experiencia, el dolor y la pérdida. Poco más".

("El sentimiento negativo", Risto Mejide)

sábado, 1 de septiembre de 2012

LA FOTO DE LA ESCUELA

"(...) Durante todo el día, uno detrás de otro, fuimos pasando todos por delante de la cámara, repitiendo el mismo gesto y la misma actitud rígida y artificiosamente espontánea: la pluma en una mano, apuntando hacia el cuaderno sin mirarlo, la otra en la bola del mundo (con los dedos sobre España) y los ojos clavados en aquel cristal oscuro desde el que él nos miraba, la cabeza escondida bajo el sombrero y la mano derecha sujetando el final del cable.
Nunca lo volví a ver. El fotógrafo se fue igual que había venido cuando acabó su trabajo, dejándonos tan sólo de recuerdo una sonrisa y, al cabo de algunos días, en que llegaron a la escuela por correo, nuestras propias fotografías coloreadas. A las pocas semanas, ya nadie hablaba de él ni se acordaba siquiera de su paso. Pero, durante mucho tiempo, yo no logré olvidarlo. Durante mucho tiempo, yo esperé su vuelta en vano, vigilando cada poco la ventana con la esperanza de ver aparecer su viejo coche dando tumbos por el fondo de la plaza.
Quizá por eso lo recuerdo todavía, tantos años después y tantas fotografías en la distancia, y, aunque en la suya no encuentre más que mi propio fantasma, su recuerdo sigue impreso en mi memoria como si fuera una foto coloreada".



("Escenas del cine mudo", Julio Llamazares)