martes, 30 de agosto de 2022

¿QUÉ HACER CON LA MUERTE?

 "Morir es parte de la vida, no de la muerte: hay que vivir de la muerte", dice con deslumbrante sencillez la doctora Iona Heath. Los humanos no sabemos qué hacer con la muerte. Grande impensable inmanejable cruel horrible. Así que, como no sabemos qué hacer, hemos fabricado túmulos, dólmenes, necrópolis megalíticas, mastabas, pirámides, sarcófagos, panteones, tumbas colectivas, tumbas individuales, sepulcros, monumentos memoriales, lápidas, criptas, nichos, osarios, solemnes cementerios. El tiempo, el dinero, el esfuerzo y espacio invertidos en construir para los muertos hubieran podido mejorar bastante la vida de los vivos. Aunque, si se piensa bien, ¿qué más da? Esos vivos no eran más que proyectos de cadáveres.


Pero ni siquiera la pirámide más monumental es suficiente para defendernos de la muerte, así que además nos hemos rodeado de ritos. Qué importantes son esos ritos para los vivos..."

("La ridícula idea de no volver a verte"; Rosa Montero)

DÍA DE CAMPO

"Qué inmensa, redonda, envidiable frase: "sentí que no me faltaba nada". ¿Habría alcanzado de verdad Marie esa sabiduría, o sería un adorno de la memoria? La insatisfacción de los humanos, ese querer siempre algo más, algo mejor, algo distinto, es el origen de innumerables desdichas. Además, la Felicidad es minimalista. Es sencilla y desnuda. Es una casi nada que lo es todo. Como ese día campestre de los Curie, bajo el sol, frente al valle".


("La ridícula idea de no volver a verte"; Rosa Montero)

EL ESCONDITE INGLÉS


"La Muerte juega con nosotros al escondite inglés, ese juego en el que un niño cuenta de cara a la pared y los otros intentan llegar a tocar el muro sin que el niño les vea mientras se mueven. Pues bien, con la Muerte es lo mismo. Entramos, salimos, amamos, odiamos, trabajamos, dormimos; o sea, nos pasamos la vida contando como el chico del juego, entretenidos o aturdidos, sin pensar en que nuestra existencia tiene un fin. Pero de cuando en cuando recordamos que somos mortales y entonces miramos hacia atrás, sobresaltados, y ahí está la Parca, sonriendo, quietecita, muy modosa, como si no se hubiera movido, pero más cerca, un poquito más cerca de nosotros. Y así, cada vez que nos despistamos y nos ocupamos de otras cosas, la Muerte aprovecha para dar un salto y aproximarse. Hasta que llega un momento en que, sin advertirlo, hemos agotado todo nuestro tiempo; y sentimos el aliento frío de la Muerte en el cogote y, un instante después, sin siquiera darnos ocasión de mirar de nuevo para atrás, su zarpa toca nuestra pared y somos suyos".

("La ridícula idea de no volver a verte"; Rosa Montero)

SALIRSE DEL TIEMPO

"Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina. Cuando un niño nace o una persona muere, el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de los verdadero: monumental, ardiente e impasible. Nunca se siente uno tan auténtico como bordeando esas fronteras biológicas: tienes una clara conciencia de estar viviendo algo muy grande".

("La ridícula idea de no volver a verte"; Rosa Montero)