“Durante
años he huido sin saber de qué. Creí que, si corría más que el horizonte, las
sombras del pasado se apartarían de mi camino. Creí que, si ponía suficiente
distancia, las voces de mi mente se acallarían para siempre. Volví por fin a
aquella playa secreta frente al Mediterráneo. La ermita de Sant Elm se alzaba a
lo lejos, siempre vigilante. Encontré el viejo Tucker de mi amigo Germán.
Curiosamente, sigue allí, en su destino final entre los pinos.
Bajé a la
orilla y me senté en la arena, donde años atrás había esparcido las cenizas de
Marina. La misma luz de aquel día encendió el cielo y sentí su presencia,
intensa. Comprendí que ya no podía ni quería huir más. Había vuelto a casa.”
("Marina", Carlos Ruiz Zafón)
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