"Leva se pregunta por aquel hombre, mayor que él, al que conoce de toda la vida, con cuyos hijos él se ha criado. Juntos bajando las cuestas, haciendo rodar los aros. Juntos atrapando ranas y ayudando en la matanza. Los niños de este pueblo son otro pueblo. A nadie se deben cuando consumen sus días en juegos inútiles, sin otro propósito que el juego. La risa en la Corredera, los helados de Jaramillo en verano, los barquillos en invierno. Las puertas de las casas todas entornadas, nunca cerradas. Cortinas colgando que no se mecen, porque allí no corre el aire en agosto, salvo en las noches perfumadas".
("La tierra que pisamos"; Jesús Carrasco)
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