"Es una lástima que cuando somos adolescentes nos afanemos tan violentamente por matar al niño que fuimos. Es entonces cuando abandonamos el juego, en el sentido más bonito de la palabra. Porque los niños aprenden mientras juegan, porque a partir del juego construimos cómo seremos, quiénes seremos. Y es bien sabido que el adolescente ha decidido que ya lo sabe todo, aunque la vida se guarde el derecho de arrancarle las verdades que cree poseer a golpe de guantazo.
A veces, si tenemos suerte, es la misma vida la que nos cruza la cara a golpe de realidad, la que empuja hacia nosotros a alguien que vuelve a lanzarnos al terreno de juego, y... no se trata de insuflarle vida al niño que fuimos, sino de aprender de él todo aquello que desaprendimos al crecer. Que es mucho."
("El arte de engañar al karma"; Elisabet Benavent)
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