"La espuma había ido deshaciéndose y manchando las paredes blancas de la porcelana. En realidad, después del sorbo que habíamos dado en cuanto sirvió los dos cafés, no habíamos vuelto a darle ni un trago. A veces una copa de vino, una cerveza, un café, no son más que excusas, atrezo, una pieza con la que juguetear mientras alargas el tiempo. Hay gente con la que quedas para tomar una cerveza, aunque la cerveza no te apetezca lo más mínimo, porque lo que en realidad anhelas es un poco de esa persona que te acompaña".
("El arte de engañar al karma"; Elísabet Benavent)
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