jueves, 16 de octubre de 2014

LA FELICIDAD, LA MEJOR MEDICINA

"El marqués decidió que no habría una cruz por pesada que fuera que no estuviera resuelto a cargar. De modo que la niña moriría en su casa...
Insistió una vez más en que el pronóstico no era alarmante. La herida estaba lejos del área de mayor riesgo y nadie recordaba que hubiera sangrado. Lo más probable es que Sierva María no contrajera la rabia.
.-"¿Y mientras tanto?", preguntó el marqués.
.-"Mientras tanto", dijo Abrenuncio, "tóquenle música, llenen la casa de flores, hagan cantar los pájaros, llévenla a ver los atardeceres en el mar, denle todo lo que pueda hacerla feliz". Se despidió con un voleo de sombrero en el aire y la sentencia latina de rigor. Pero esta vez la tradujo en honor del marqúes: "No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad""

("Del amor y otros demonios", Gabriel García Márquez)

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