viernes, 7 de septiembre de 2012

CONTRA LA EDUCACIÓN (PARA QUE APRENDAS)

"(...) Mírate a los ojos. Y contéstate. Hace cuánto que no aprendes. Pero aprender de verdad. No conocer. Ni informarte, ni leer ni memorizar, ni siquiera estudiar. Aprender, con A de boca abierta. Aprender, con A de un Antes y un después. Debería darnos vergüenza. Jamás en la historia ha habido una civilización con tantas posibilidades de acceso a todo tipo de información. Y paradójicamente, jamás ha estado tan poco formada.
Hablo de formación, sí. Construir criterio. Muscular inquietudes.
(...) A casi nadie le preocupa ya seguir aprendiendo. Parece que, cuando todo está al alcance, sufrimos de la peor de las procrastinaciones, que es la de las ideas propias. Da la sensación de que a medida que Wikipeida crece, la cultural individual se va al carajo. Supongo que es lógico, ya que nuestra educación, durante años, ha consistido en no hacer jamás preguntas en clase, limitarse a almacenar uno apuntes en memoria RAM, vomitarlos calcaditos el día del examen, y olvidarlos en cuanto apruebes. Ésta es la realidad educativa de este país. Lo sé porque la he disfrutado como alumno. Lo sé porque la sigo sufriendo como profesor. Algo pasa cuando nos creemos que la inquietud es una cosa que se cura con fármacos. Algo ocurre cuando hemos sustituido libros por canales, capítulos por programas, páginas por episodios, tapa dura por plasma o LCD.


Es verdad, también existen los masters, postgrados, cursos, cursillos y seminarios. ¿De cuáles quieres que hablemos primero? De los que vas porque te los paga la empresa, de los que vas sólo para conocer a gente, de los que te apuntas para colgarte del título, o de los que vas porque algo hay que hacer.
Al final, como últimos reductos de aprendizaje, siguen los de siempre, el error, el fracaso, la experiencia, el dolor y la pérdida. Poco más".

("El sentimiento negativo", Risto Mejide)

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