"Mi madre opinaba que los mensajes de texto de móvil contenían mucha verdad en pocos caracteres. La gente se esmeraba en contar sus sentimientos sin que el coste fuera excesivo. La concisión de los sentimientos. Ella guardaba muchos de los que recibía. Jamás los transcribía, jamás los pasaba a otros formatos. Creía que entonces perdían su magia. Guardaba mensajes de más de diez años de antigüedad. Me decía que en ellos había dolor extremo, pasión sincera y puro sexo.
Los sms, según ella, eran el acrónimo de "sexo más sexo". Me contaba que todo el mundo tenía guardado en su móvil algún mensaje sexual. Y que a veces sólo la persona que lo había recibido sabía que lo era; cualquier otro que lo leyese no lo descubriría. Ya que para ello debías conocer la hora a la que lo habías recibido, el hecho que se había pronunciado anteriormente y su intensidad.
Ella decía que los mensajes fantásticos eran el epílogo perfecto a una gran quedada. Cuántas veces sabes que tras una buena cita o quedad, al marcharte, a los pocos minutos de separarte de la otra persona recibirás un sms confirmando tu percepción de esos momentos compartidos.
A veces es más importante el mensaje que la propia quedada.
Yo también guardaba un mensaje en mi móvil desde hace tiempo, uno muy sexual, de esos que, como decía mi madre, nadie se lo imaginaria. Tan sólo decía: "¿Vienes?". Me lo envió una chica cuando yo estaba inmerso en una relación. Cuando lo recibí, lo leí, y me excité. Durante semanas lo releía y continuaba excitándome. No fui jamás a donde ella quería, por eso quizá aún guardaba ese sms y aún me ponía".
("Todo lo que podíamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", Albert Espinosa)
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