"La habitación que nos habían dado era pequeña con dos cuadros antiguos que estaban colgados muy juntos y mostraban paisajes de la región. La cama que presidía la habitación era preciosa o eso me pareció. Miré por la ventana, daba justo a la plaza. Me gustó. Además estaba amaneciendo. Aquella noche estaba siendo realmente especial. Yo no sabía qué decir, cómo comenzar. No sabía si desdoblar el papel, lanzarme y darle un beso apasionado o pintarla. Decidí lo último.
.- ¿Puedo pintarte?.
Ella asintió. Saqué las pinturas. Comencé ese rito tan precioso y que tanto tiempo añoré de mezclar colores. Ensuciar para conseguir belleza. Ella siguió mirándome.
.- ¿Sabes bailar?, le pregunté.
Ella comenzó a danzar, no a bailar, descalza. Mientras danzaba me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo... Nos abrazamos y lentamente nos quedamos dormidos. Creo recordar que fue la primera vez que dormí bien en una cama extraña".
("Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", Albert Espinosa)
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