"Cada uno vive las carreras de forma diferente, las siente suyas, propias, y cada uno tiene un motivo diferente para correr. Y eso hace tan especial cada una de las metas alrededor del mundo. Observo sus caras, gritos, lágrimas, alarídos; se tiran al suelo, gritan al cielo, se abrazan. Abrazos en grupo, abrazos de padres, de madres, de hijos; abrazos de casados, de divorciados; abrazos heteros y homos; abrazos monoparentales; abrazos quizá polígamos, vete tú a saber. Alegría, todos celebran la alegría de cruzar una meta después de muchas horas de entrenamiento y sacrificio. Unos porque entrenar les quita tiempo de esta en familia; otros porque entrenar les cuesta unos madrugones innombrables porque curran de sol a sol para sacar a sus peques adelante; otros porque una enfermedad les ha impuesto una cuenta atrás y quieren aprovechar los últimos minutos de fuerza de su cuerpo. Como tonto. Me quedo como tonto jugando a adivinar estas historias, con una sonrisa en la boca y a veces con una lágrima. Qué llorica soy, pero es que flipo con esas "historias anónimas".
Feliz, chocando la mano a todos los que pasan cerca de mí, veo rostros con tanta emoción que nunca dejo de preguntarme qué los habrá llevado a entrenar para hacer lo que acaban de hacer, qué pasará por sus cabezas en esos momentos. Me encantaría pararles y preguntárselo: "¿Por qué corres?".
("La vida mola"; Raúl Gómez)
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