"(...) Y, a quienes tienen la suerte de librarse de morir jóvenes, se le privilegia con el preciado derecho de ir envejeciendo. Les aguarda el honor de su progresiva decadencia física. Hay que aceptar este hecho y acostumbrarse a él.
Lo importante no es competir contra el tiempo. Es posible que, en adelante, para mí tenga mucho más sentido saber con cuánta satisfacción correré esos cuarenta y dos kilómetros y hasta que punto disfrutaré. Probablemente tenga que empezar a valorar y a disfrutar de las cosas que no se expresan en cifras. Y, muy probablemente, tenga que buscar a tientas una forma de orgullo ligeramente distinta de la que he sentido hasta ahora.
No soy ni un joven que solo piensa en desafiar récords ni una máquina inorgánica. Solo soy un escritor que, consciente de sus limitaciones, intenta prolongar un poco más, aunque solo sea un poco, sus habilidades y su vitalidad.
Y solo falta un mes para la Maratón de Nueva York".
("De qué hablo cuando hablo de correr", H. Murakami)
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