"Llegar a esa Extremadura rural es tomar contacto repentino con esa parte dormida dentro de ti a la que nunca escuchas. Esa parte primigenia y ancestral que te trae al instante a la calma y a saber quién eres. Como si de repente formaras parte del todo, en una simbiosis perfecta, como si todo fuera nuevo y a la vez como si estuvieras por fin en tu lugar.
¿Aún no sabes de qué estoy hablando?...
Hablo de termas y calzadas romanas, de templos, de puentes, de teatros romanos y arcos, de castillos medievales, parques nacionales patrimonio de la Unesco, de reservas de la biosfera,... hablo del lugar histórico elegido para el descanso, de reyes y emperadores, de pinares únicos, robledales, dehesas, geoparques, peñas inmensas que lamen los cielos, esos cielos limpios atiborrados de estrellas visibles desde casi cualquier punto, ríos, gargantas cristalinas, piscinas naturales,... hablo de más de mil quinientos kilómetros de costa de agua dulce, hablo de cientos de cerezos en flor a la vez, de encinas de ochocientos años, de senderismo, rutas en bicicleta, viajes en barco, de observar infinidad de aves salvajes en su hábitat, hablo de cigüeñas, de grullas, de linces, de la berrea y de otoños mágicos,...
...Y ahora, ¿sabes de lo que hablo?
Hablo de la magia de transitar por el tiempo y la historia, por abrigos y grutas pintados de la mano de la Prehistoria, por cuevas cristalizadas, menhires, dólmenes y minas que te permiten el paso a los entresijos de la Tierra. Por restos visigodos, barrios judíos magníficamente conservados, construcciones góticas, renacentistas, barrocas o mudéjares, conventos históricos y monasterios de negras vírgenes,... Hablo de dejarte envolver por su aromas, a vino de la tierra, a castañas y setas con las primeras lluvias, a torta de queso intenso y cremoso como el carácter extremeño,... Hablo de la miel en los labios y de aceite puro, como el aire de esta tierra, de productos ecológicos porque ahí la ecología siempre ha estado de moda,... Hablo de embutidos que merecen que se haga una fiesta, de panes, de arroz, ajo y tomates cultivados en las vegas empapadas de vida, de espárragos, garbanzos, pimentón rojo fuego, de dulces que no conocen la era industrial, de bombones de higo, de cerezas rojas como besos y beso extremeño, hablo de una fusión donde tradición y modernidad confluyen, de museos de historia y contemporáneos, festivales de teatro clásico, de música pop, de recreaciones de batallas pasadas y monstruos amables de épocas precristianas, hablo de carnavales coloridos, murales que nos recuerdan oficios casi extintos y grafiti urbano en medio de campos rurales,... Hablo de que aquí se habla un propio idioma que llega a lo más dentro de cada ser...
Una voz desde dentro me invita a quedarme, no quiero volver a mi anterior vida de asfalto, ¿y si fuera posible? Una mano amiga se extiende ante mí, esta tierra que me abrazó al llegar me abraza ahora en mi decisión de quedarme, sin juicios, sin premisas, más allá de la promesa de llevar a otros mi viaje y convertirlo también en el suyo propio,...Me sorprende la hospitalidad de la gente, que me acoge como una hija que algún día se fue y ha decidido volver. El turismo rural nutre al viajero y alimenta al pueblo, y es que hay veces que los sueños se cumplen y el mío se cumplió en la Extremadura rural"
(Redex, "Extremadura Rural"; Fitur 2020)