"(...) Pero Túnez no solo es un agradable lugar de vacaciones con playas infinitas, cuidadas ruinas romanas y oasis datileros en mitad del Sahara. Túnez es sobre todo un modelo social. Un país musulmán sin estridencias ni extremismos. Un país donde las mujeres conquistaron hace años eso que ahora llaman espacios de libertad gracias, entre otras cosas, a la profunda reforma educativa realizada entre 1989 y 1991. La reforma no solo desterró los dogmas arcaicos de la educación musulmana como la sacralización de la Yihad. También instauró un sistema de enseñanza de valores en igualdad entre hombres y mujeres. Además, lo aplicó en la práctica generalizando los centros mixtos. Viajar por Túnez supone contemplar multitudes de chicos y chicas caminando juntos y revueltos camino del colegio, instituto o universidad, como la de Kaoiran, de donde procedía el asesino.
Lo que se ve allí es difícil, por no decir imposible, verlo en el resto de vecinos. En Túnez se respira un ambiente de verdadera libertad religiosa y social. Libertad para ser moderno; para rezar en la mezquita, en la sinagoga o en la Catedral de San Jorge, en pleno centro de la capital; libertad para se abstemio o para consumir el famosos vino Magon o la cerveza Celtia (afamados productos locales), sin tener qu esconderse en el propio domicilio; libertad para vestir Hiyab o para pasear maquillada y con pantalones ajustados; libertad para moverse por el país sin ser acosado ni extorsionado por soldados o policías, quienes por cierto, se muestran de una amabilidad inusual. A diferencia de lo que ocurre en otros países cercanos, el extranjero es bien recibido y los turistas son tratados con una hospitalidad y una simpatía sorprendentes. Todo eso está ahora en riesgo.
Lo que de verdad está en el aire es algo que atañe no solo a la región norteafricana o a la batalla militar contra el, sino al mundo entero y a las opciones de convivir con sociedades musulmanas tolerantes. La cuestión esencial no es si hay más o menos terroristas en Túnez, en Marruecos, en Argelia o en Francia, sino si hay verdadero futuro político a largo plazo para un Islam moderado y moderno como el que ofrecía Túnez a sus propios ciudadanos y por tanto a sus vecinos. Lo que realmente importa es saber si habrá esperanza para esas muchachas que hoy en Túnez todavía caminan como iguales junto a sus compañeros de aula.
Túnez era el único que en lo político podía contrarrestar el influjo del salafismo en el seno de otras sociedades musulmanes. Si fracasa Túnez fracasa la democracia en el Islam, y si fracasa Túnez, fracasamos todos."
("Si fracasa Túnez, fracasamos todos", Miquel Silvestre)